No es solo el destino. Es con quién decides viajar
Viajar en pareja debería ser una tradición. Y al menos si hay una promoción de por medio ¡mucho mejor!
No por los selfies juntos, ni por el “estuvimos aquí” en las historias. Sino porque hay lugares que se vuelven más intensos, más reales, más tuyos…

Nunca había visto a mi pareja dormir tan tranquila en un avión.
Sin cuello torcido. Sin ese “¿ya vamos a llegar?” cada hora. Sin despertarse con el carrito del desayuno. Solo dormía. Como si el cuerpo también entendiera que esta vez, el viaje era muy distinto.
El destino: París.

París siempre ha sido la ciudad del amor… pero esta vez lo entendí
No lo digo por cliché. Lo digo porque París se ve distinto cuando caminas de la mano con alguien que te quiere bien.

De día: croissants en silencio, como si el tiempo se doblara un poco para que dure más el desayuno.
De noche: luces, ríos, copas que se chocan suave. Miradas que ya no preguntan, solo están.

Y no es que todo fuera perfecto. Llovió. Nos perdimos, pero estábamos en París.
Pero fue de esas veces que ni siquiera quieres evitar el caos, porque hasta perderse con la persona correcta tiene sentido.

París no es solo la ciudad del amor. Es la ciudad donde el amor respira distinto.
Hay ciudades que te abruman.
París no.
París te seduce con calma. Te va mostrando sus capas como quien se desabrocha lentamente un abrigo en invierno.
Montmartre te invita a perderte entre escaleras y artistas callejeros que aún dibujan con carboncillo.
El Marais te hace sentir que estás caminando dentro de una novela que mezcla moda, panadería y arquitectura del siglo XVII.
Y Saint-Germain… bueno, Saint-Germain es otro cuento. Cafés que parecen sets de cine, librerías diminutas donde todavía huele a papel viejo, y vitrinas con macarons que te miran como diciendo hazlo.
Todo eso mientras la Torre Eiffel te recuerda, desde cualquier ángulo, que viniste a algo grande.
A quererte bien. A querer bien. O a las dos.

París no es solo la ciudad del amor. Es la ciudad donde el amor respira distinto.
Clase Business también es una forma de decir: te lo mereces
Yo no soy de las típicas personas que compra por impulso. Pero esta vez, cuando vi que con mi tarjeta Produbanco, mi acompañante tenía hasta un 70% de descuento, algo hizo clic.
Una parte de mí dijo: ya basta de esperar el momento perfecto.
Lo mejor: puedes diferir hasta 7 meses sin intereses.
Y lo digo así, sin disfraz publicitario. Porque lo viví. Porque funcionó. Porque viajar bien no tiene que doler.
¿Te ha pasado que ya no sabes qué regalarle a alguien?
A mí sí. Hasta que entendí que el mejor regalo era salirnos de la rutina juntos.
Irnos. Compartir ese espacio donde nadie nos conoce, donde no suena el celular, donde los días tienen otro ritmo.
Y si ese lugar es París… bueno, mejor.

París no se va a mover de sitio, pero el amor también necesita planes. Y este… es un buen plan.
A veces, el lujo más grande no es el destino. Es con quién lo compartes.
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